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The Well-Tempered Klavier.

El clave bien temperado

Conocido ampliamente en castellano como el Clave bien temperado o también como el Clavecín bien templado (en alemán: Das wohltemperierte Klavier, literalmente "El clave temperado"), es el nombre de dos ciclos de preludios y fugas compuestos por Johann Sebastian Bach en todas las tonalidades mayores y menores de la gama cromática.

Como mucha de la música de Bach, ninguno de los dos volúmenes fueron publicados en vida. Y también como mucha de su música, se conoce la fecha en que fueron compilados, pero no las fechas en que fueron compuestos, por lo que existen diversas especulaciones al respecto. Lo que sí sabemos es que el primer volumen (que comprende los preludios y fugas del BWV 846 al BWV 869) fue terminado y compilado por Bach en 1722, aunque su primera impresión no llegará hasta mucho después de muerto Bach, en 1801. El segundo volumen (que comprende del BWV 870 al BWV 893) fue terminado y compilado en 1744, si bien también es probable, por el estilo, que muchos de los preludios y fugas de este segundo volumen estuviesen compuestos antes de compilar el primero.1 Ambos comparten el mismo esquema: cada libro comprende 24 grupos constituidos por un preludio y una fuga en el mismo tono. Empieza por la tonalidad de Do mayor, y después la de Do menor, a la que le sigue Do sostenido mayor y así sucesivamente, hasta haber completado toda la gama cromática de mayor a menor. Es, por tanto, una colección enorme que comprende 48 preludios y 48 fugas cuyo objetivo es, a la vez, musical, teórico y didáctico.

Contenido

Título de la obra e instrumentos de ejecución

Ambos libros son actualmente conocidos en castellano como El clave bien temperado (libro I y libro II). Sin embargo, el término clave aquí no es más que una deformación del original Clavier, vocablo del antiguo alemán que en tiempos de Bach se aplicaba a todos y cada uno de los instrumentos de teclado, claves, clavicordios, espinetas, órganos, incluso el joven fortepiano [cita requerida]. Según Macario Santiago Kastner, en aquella época, el término Clavier significaba ‘clavicordio’ y no ‘clavecín’[cita requerida].

Existen muchas opiniones respecto a los instrumentos con o para los que fueron compuestas estas piezas, pero dada la naturaleza abstracta de la música de Bach, es estéril discutir sobre ello, puesto que suenan igual de bien tanto en unos instrumentos como en otros siempre que se interpreten coherentemente según el estilo y las posibilidades del instrumento. A pesar de que muchos de los preludios y fugas fueron compuestos pensando en un clavicordio o en un clavecín o en cualquiera de los dos, no existe ningún argumento de peso para desestimar al órgano o al piano en su ejecución. Sí conviene, en cualquier caso, señalar ciertas características de la partitura en relación a los instrumentos.

El clavecín y el clavicordio, instrumentos que se encontraban, en aquel tiempo, en su época de esplendor —hegemonía que mantendrían hasta finales del siglo XVIII, cuando el pianoforte finalmente se impuso como instrumento de teclado—, eran ambos de uso habitual en Bach. Un gran número de las piezas que Bach compuso para el teclado las pensó con un clavicordio, un instrumento de cuerda percutida que Bach tenía en alta estima porque le permitía acentuar y realzar libremente las voces en distintos planos. Por otra parte, muchas de las obras de Bach, que se puede afirmar que suenan más apropiadas con el clave por su mayor volumen sonoro respecto del débil clavicordio, son:

El resto puede afirmarse que son igualmente eficaces en cualquier instrumento.

También el órgano era de uso común, pero es conveniente señalar que ninguno de los preludios y fugas de ambas colecciones cuenta con indicación alguna de pedales ni ninguna de las piezas cuenta con el tercer pentagrama típico del órgano —parte que se interpretaría con el pedalier del órgano—, pentagrama que sí podemos encontrar en otras obras de Bach escritas expresamente para este instrumento. Un único caso, la Fuga 20 BWV 865 en la menor del primer volumen cuenta al final con una nota pedal mantenida que, por la textura de la partitura en ese punto, sólo podría ser ejecutada convenientemente con el pedalier de un órgano. Dado que los órganos de aquella época no solían estar afinados según el sistema temperado y que la tonalidad de la menor, sin alteraciones en la armadura, no presenta problemas de ejecución en el sistema de afinación antiguo. Bach, como muchos organistas de aquel tiempo para la práctica en el hogar, disponía de un juego de pedales para el clavicordio, de modo que, a pesar de la imposibilidad de tocarlo con un clave o un pianoforte, puede haberlo compuesto desde el clavicordio.

Por último, el reciente fortepiano o pianoforte, instrumento inventado por Bartolomeo Cristofori hacia 1698, no se conocía prácticamente fuera de Florencia en el momento en el que Bach compiló el primer tomo. El nuevo instrumento no llegó a Alemania hasta 1732, cuando Gottfried Silbermann construye su primer fortepiano. Se sabe que Bach probó uno de esos nuevos instrumentos en el taller de Silbermann y que su primera opinión no fue de aprobación[cita requerida], así como que el 7 de mayo de 1747, 3 años antes de morir, cuando el rey Federico II el Grande de Prusia —en una invitación a visitar la corte donde trabajaba su hijo Carl Philipp Emanuel— le pidió que improvisara un ricercare en uno de los pianofortes Silbermann que poseía. Aparentemente, poco más se conoce de su experiencia real con el piano. Sin embargo, Eva Badura-Skoda arguye que, a partir de un anuncio en el periódico de 1733 donde se anuncia la reanudación de los conciertos del Collegium Musicum de Bach con un comentario sobre un nuevo clavycimbel "cuyo gusto no ha sido oído aún por estas tierras", podría hacer referencia a un fortepiano, por lo que el piano sería una opción plausible para mucha de la música de los últimos años de Bach. Aún así, se piensa que ésta obra fue escrita para el clavicordio (instrumento casero y de volumen debil), ya que al analizarla, parece ser una obra con fines didácticos, y no para ser ejecutada en conciertos, en cuyo caso, el instrumento adecuado hubiese sido el clavecín, debido a su mayor sonoridad.2

En cualquier caso, conocida o no la predilección de Bach hacia el clavicordio por sus capacidades de gradación dinámica, capacidades que comparte con el piano, es el piano el instrumento con el que hoy día más se ejecuta toda la música de Bach.

La afinación temperada

Fuga en la bemol mayor (partitura manuscrita de Johann Sebastian Bach

El temperamento se refiere al tipo de afinación de los instrumentos musicales, incluida la voz humana. Las primeras formas de afinación eran las pitagóricas (o las de Aristógenes), en que la escala se dividía en doce partes desiguales matemáticamente perfectas por la regla de 3:2. Pero esos instrumentos sólo permitían ejecutar obras muy sencillas en una sola tonalidad, ya que en otras tonalidades sonaban terriblemente desafinadas (se generaban desagradables armónicos). (Ver el artículo Afinación).

Con el paso de los siglos, los instrumentistas trataron gradualmente de destemplar algunos intervalos de la escala (especialmente el tercer grado), para permitir que una obra se pudiera tocar en otras tonalidades (para facilidad de los cantantes).

El «temperamento bueno» fue el que en la época de Bach permitió en mayor grado esa capacidad de ejecución en muchas tonalidades. Actualmente se utiliza el «temperamento igual», en que la escala es dividida en doce intervalos logarítmicamente iguales. Por eso, aunque el «temperamento bueno» es una evidente mejora barroca a la afinación griega antigua, de todos modos, para un oído moderno, las obras se seguirían oyendo claramente desafinadas.

Existe una forma de afinar el instrumento de manera tal que todas las piezas suenen correctamente. Evidentemente, el sistema temperado puede responder a esta exigencia, y no se puede negar que esta obra magistral prueba que Bach estimuló su generalización.

Este sistema de afinación, a pesar de sus evidentes ventajas, contó con algunos detractores que opinaban:

  • Johann Philipp Kirnberger, uno de los alumnos de Bach, presume de haber transmitido las enseñanzas de su maestro de manera fidedigna pero considera, con alguna razón, el «sistema temperado» como una monstruosidad musical.
  • En el clavecín o el clavicordio, la afinación puede ser modificada ligeramente durante algunos momentos. Es posible que Bach encontrara —aunque fuera de manera empírica— un método de ejecución que permitiera ejecutar esas modificaciones de un modo rápido para un intérprete experimentado.
  • Bach era de una generación que admitía y utilizaba, generosamente, las características propias para cada tonalidad; aportando, en su elección, el más riguroso cuidado. ¿Cuál es el interés para componer en el «sistema temperado» en Do sostenido mayor, con sus siete alteraciones en la clave, si el mismo fragmento suena de manera prácticamente idéntica en Do mayor? No es más que una cuestión didáctica la que induce a escoger este método, y se podría pensar que las obras en Do sostenido mayor pudieron estar compuestas inicialmente en Do mayor[cita requerida].
  • Se puede entender que la elección del «sistema temperado», en detrimento de la musicalidad, se elige por la facilidad de la modulación.

Sin embargo, sin el sistema bien temperado, que permitía las modulaciones a tonos lejanos de una manera inmediata, así como las enarmonías, no hubiese sido posible toda la evolución musical que siguió a partir del siglo XIX, así como una cantidad importante de la música vocal ya desde el Renacimiento.

Bradley Lehman ha señalado que la estructura del «sistema temperado» preconizado por Bach aparece de manera codificada en la línea de «rizos» que figura en el frontispicio de la obra. Según él, se trata de un «sistema temperado» muy dulce, que permite, efectivamente, el uso de todas las tonalidades, pero conservando unos colores diferentes para cada una: según este autor, las tonalidades en bemol son más dulces que las tonalidades en sostenido. Esos rizos son los siguientes:

JS Bach Italian Concerto Bwv 971 I° Glenn Gould